domingo, 1 de agosto de 2010







RASMUSEN







Teobaldo siempre fue un curandero excepcional. En San Miguel, se le reconocía como un hombre extraordinario, capaz de curar, hasta las enfermedades más letales, además de ayudar por igual, a ricos y pobres: las familias prestantes, le pagaban en agradecimiento de sus curas milagrosas, pero los más humildes, eran curados sin ninguna contraprestación, las gentes lo querían y respetaban, pero lo cierto era que ya, cerca a los cien años, y muy disminuido en su vitalidad, llamó a su ahijado Daniel, para darle algunas instrucciones.
-Daniel, hijo, no me queda mucho tiempo, y debo legarte mi poder, debes continuar con mi misión y para ello, te voy a develar mi secreto. Trae ese cofre que está ahí, sobre el nochero-Teobaldo abre la caja de madera negra y saca de allí, una esfera blanca, con unas extrañas inscripciones.
-Esta esfera de hueso, es la clave, me fue legada por mi madre, y ella a su vez la recibió de su viejo padre, es un objeto indígena, de mucho poder, perteneció, a un hechicero Quimbaya muy poderoso, pasó de unas manos a otras a través del tiempo, después estuvo en manos de algunos españoles y de ellos, pasó a mi familia, desde entonces, no ha estado en manos diferentes a las de mis ancestros, como sabes, perdí a mi esposa hace mucho, nunca tuvimos hijos y ahora, no queda nadie que herede mis conocimientos y la esfera de hueso.
-¿Por qué dices que la esfera, es la clave, de tú poder como curandero?-interrogó Daniel.
-Al colocar la esfera Quimbaya, como se le ha llamado desde siempre, en agua, ésta se convierte, en un potente antídoto, contra cualquier tipo de enfermedad, no hay nada, que el agua no pueda curar: cáncer, tuberculosis, y todo mal que afecte la salud de cualquier ser vivo.
-Sé bien, que curaste todo tipo de mal, pero desconocía como lo hacías, pensaba que eran las hierbas.
-Realmente es el poder de la esfera de hueso Quimbaya, tú eres un buen muchacho, eres como mi propio hijo, y siempre me ayudaste mucho, ahora quiero legarte la esfera y su poder, para que puedas seguir, ayudando a la gente. Pero debes ser cuidadoso, y cumplir, algunas recomendaciones, no a todos puedes curar, también, deberás tomar diariamente, un sorbo de agua, eso te dará longevidad, probablemente vivirás, hasta 100 años, con una salud envidiable y adquirirás, el don de ver, en los ojos de las personas enfermas, el destello de la vida.
-No te entiendo-dijo Daniel, algo expectante.
-Cuando veas a un enfermo, podrás evidenciar en sus pupilas, un destello de luz, si es así, podrás curarlo, si en cambio, no ves más que oscuridad, entonces, esa persona deberá morir irremediablemente. ¡Entiendes lo que digo!
-Sí padrino, entiendo bien.
-Recuerda que nunca, darás el agua de la vida, a alguien que terminó su ciclo, eso nunca lo debes olvidar, porque, si rompieras esa norma, sería terrible.
-Comprendo padrino, pero podría saber, en tal caso, sólo por curiosidad que ocurriría con esa persona.
-Estarías creando,” un rasmusen”.
-¿Qué es eso?-nunca oí, de tal cosa.
-Es algo, nunca visto en el mundo, algo antinatural.
-¿Y la cura con el agua de la vida, no lo es también?-interrogó Daniel.
-Buena pregunta, la verdad, es que no, sólo curamos, a quien no está destinado a morir aún, y así, le evitamos a la gente, dolores y sufrimientos innecesarios.
-Bien padrino, comprendo, y me gustaría poder seguir con tu misión, pero, ¿crees que soy digno de hacerlo?-preguntó a Teobaldo.
-Así lo creo y por eso, te he llamado, hace un par de días, deje de tomar el agua, pues la chispa en mis ojos, se está apagando, y ya estoy listo; para irme. En ese baúl-indicó Teobaldo, señalando al rincón de su cuarto, en una vieja caja de madera negra y tallada, están: mí diario y algunas fórmulas de medicina natural, que están compiladas en un libro forrado, en cuero negro, que me legaron mis ancestros, a través de mi madre, y que he usado, para aliviar y curar enfermedades, cuando no se requiere el uso del agua de la vida. Eso lo defines, de acuerdo con los síntomas y es algo que aprenderás, leyendo el libro, y con la práctica diaria de tratar a los enfermos.
-Gracias padrino, por legarme tus tesoros y tus conocimientos, seguro que no te defraudaré.
-También espero, que con la fama que adquieras y el dinero, que consigas, ayudes a tu madre, que ha sufrido mucho desde la muerte de tu padre y que ayudes a la gente humilde, como lo hice yo, no dejes, que la ambición te domine, y guíate por Dios, su bondad, nos ha permitido, ser los depositarios del poder de la esfera Quimbaya, que es, ante todo, algo muy grandioso, para ayudar a la humanidad, nunca debes olvidarlo, pues, sería tu perdición y la de aquellos, que te rodean.
-Así será padrino.
-Debes asumir una responsabilidad muy grande, pero podrás conseguir, muchas cosas que habías anhelado: fama, dinero, amor y también, el odio y la envidia de muchos, por eso, debes cuidarte y, cuidar la esfera Quimbaya, no debes darle a conocer el secreto ¡a nadie recuérdalo! ¡a nadie! y cuando llegue tú hora de partir, y se acabe tu vida, busca, a quien
entregar la esfera, ya sea, alguno de tus hijos, al que le tengas más confianza, si los llegas a tener o a alguien más, como lo hago yo contigo.
Una semana después Teobaldo murió, y en la casa que le perteneció, Daniel, empezó a atender a los enfermos, poco a poco, la fama de Teobaldo, pasó a ser suya, al constatar las gentes, la eficacia de sus curas y diagnósticos, a quien decía poder curar, curaba y a quien decía no poder curar, moría irremediablemente, aunque buscara ayuda, de afamados médicos, las gentes del pueblo y de otras regiones, lo respetaban como respetaron, a Teobaldo y reconocieron en Daniel, a su sucesor y heredero de sus secretos y fórmulas medicinales.
Pasados algunos años, Daniel, era ya un hombre reconocido como curandero, se había casado con Marcia, una bella mujer, hermana de su mejor amigo, Esteban, su hogar se vio iluminado, con dos hijos: Juanito y Diana, y al pasar de los años, cuando la felicidad y la prosperidad parecían permanentes, comenzaron a llegar a la vida de Daniel y su familia, terribles sucesos.
Esteban había enfermado gravemente, los médicos de la capital donde vivía, ahora le habían diagnosticado un cáncer muy agresivo, no le daban mucho tiempo de vida, en tal situación, Marcia viajó para estar cerca de su querido hermano, al día siguiente, llamó llorando a Daniel y le imploró, también viajar para curar a su hermano.
-Tú puedes salvarlo, eres el único que puede hacer algo, aquí los médicos ya lo desahuciaron, seguro que tú, podrás sanarlo.
-Viajaré ésta misma noche Marcia, pero no puedo prometerte que lo puedo salvar, todo depende de Dios.
-Pero tú ya has curado otras personas de cáncer, personas que estaban a punto de morir, que te cuesta curar a Esteban, no sólo es mi único hermano, sino que también; es tú mejor amigo.
-Veré que puedo hacer, llegaré lo antes posible.
Daniel examinó a Esteban, y no pudo visualizar, el destello de luz en sus pupilas, nada podía hacer, y así se lo hizo saber a su esposa, quien le recriminó su falta de humanidad.
-No puedes sanar, a tu mejor amigo, como lo haces con muchos extraños a los que nada les debes, a Esteban le debes amistad, y el haber estado a tú lado en momentos muy difíciles, hazlo por mí, pues, dices amarme mucho, pues demuéstramelo.
-El, nada puede hacer-intervino el médico Javier Martínez, famoso oncólogo, por más que él sea, un conocido curandero, sus conocimientos son limitados, si la ciencia nada puede hacer, el tampoco, su práctica, no es más que superchería, y no es que quiera ofenderlo, pero es así, Señora no pierda el tiempo, con falsas esperanzas y aunque sea muy duro, usted, debe aceptar, que su hermano va a morir, y le repito, su esposo nada puede hacer, ¿no es así?-Interroga a Daniel.
-En otras circunstancias, podría hacer algo, pero ahora no-le responde Daniel.
-En ninguna circunstancia, usted podrá engañar a muchas personas, pero no a mí, entiendo que sea el modo, en que se gana la vida, pero no creo en sus curas milagrosas, si eso fuera verdad, aquí tendría una buena oportunidad de demostrarlo, pero, eso no sucederá, usted no es más, que un charlatán-y diciendo categóricamente esto, se alejo por un pasillo del hospital.
-Tú puedes salvar a mi hermano-exigió Marcia-pero, no entiendo porque no quieres hacerlo, si lo dejas morir, nunca te lo perdonaré, yo sé que puedes salvarlo-repitió sollozando.
Daniel, no sabía qué hacer, las palabras del médico, le llenaron de rabia, la soberbia, con que le había llamado charlatán, también entendía, el dolor de Marcia, sabía, que podría dañar su matrimonio y la vida, junto a ella, si Esteban moría, entendía también, que su mejor y único amigo verdadero estaba perdiendo, su batalla con la muerte, pero sabía, que no debía darle el agua de la vida a Esteban, era la promesa de su padrino, durmió poco.
En el hotel, y en medio de las pesadillas veía la cara de Teobaldo recordándole su responsabilidad, recordaba el rostro de Esteban y como le decía que no lo dejara morir, despertó juagado en sudor y allí mismo decidió.
-Debo salvarlo, no tengo alternativa, pase lo que pase, debo hacerlo, por Marcia, por Esteban, y también por mi orgullo de curandero, ese maldito médico, no puede burlarse, del poder del agua de la vida-era su orgullo herido, y la presión de sus seres queridos también y el afecto que sentía por Esteban, no podía fallarle a quienes amaba.
En la mañana, llevó en un pequeño frasco, la pócima de la vida. Horas antes, en el mismo hotel había mantenido en agua, la esfera y ya era hora, de dársela a tomar a Esteban.
-Marcia, al verlo llegar comprendió, y le tomó las manos para besárselas.
-Gracias amor, sabía que no me fallarías, siempre has sido muy bondadoso y ahora, no podías ser menos con tu familia.
-Vamos dijo, entremos, antes que sea, demasiado tarde.
Al ingresar al cuarto, encontraron allí estaba el médico Martínez, su cara, no era la mejor.
-Está muy mal-dijo-es cuestión de horas.
-Deje que mi esposo lo atienda-solicitó Marcia.
-¿Qué va a hacer?-preguntó Martínez.
-Trae el antídoto, que le salvará la vida, como ha hecho, con muchas personas que estaban a punto de morir.
-¿Qué hay en ese frasco? No le voy a permitir…
-No me va a permitir que lo mate. ¿Qué puede perder si me deja intentarlo, ¿no dice que el quedan pocas horas? ¿No dice que soy un charlatán?-le recriminó Daniel.
-Déjelo doctor, que podemos perder, usted, ya no puede hacer nada, permita, que lo intente.
-Está bien, de todas maneras, todo es inútil, dejemos que su esposo el famoso curandero, haga el ridículo. Sólo que si adelanta, la muerte de su hermano será su responsabilidad.
Daniel levantó la cabeza de Esteban y le dio a tomar el agua de la vida, lentamente la sorbió, mientras sus ojos perdidos le miraban con agonía, poco después, empezó a toser con mucha fuerza para quedar luego, como muerto.
-Lo ve-dijo Javier Martínez-lo ha matado, ese brebaje que le dio, le aceleró el final ¿eso es lo que querían?
-Cállese doctor, espere un poco le exigió Daniel.
Casi de inmediato, Esteban abrió los ojos.
-¿Qué pasó?-preguntó aún débil.
-Pasa, que Daniel te ha salvado la vida-respondió emocionada Marcia.
-Qué tontería-dijo Martínez-él no ha salvado a nadie, yo lo veo igual.
-No es así, él esta salvado, se lo aseguro doctor-le confirmó Marcia.
Dos días después, y ante el asombro de todos, en el hospital, Esteban se había recuperado por completo, los exámenes, confirmaban su cura milagrosa, ni rastro del cáncer, que poco antes lo estaba matando, se alimentaba bien y su recuperación asombrosa, no podía tener otro calificativo que, el de un milagro.
-¿Cómo lo hizo?-interrogó Javier Martínez-usted, se puede volver rico, con la formula de su medicina, lo sabe, no entiendo porque, no comercializa ese fantástico remedio.
-Usted me llamó charlatán, dijo que todo era una superchería, se cree el poseedor de la verdad por ser un hombre de ciencia ¿cree acaso, que está por encima de Dios, que no hay más poder, que el de la ciencia? Ya ve, lo que usted y sus colegas no pudieron curar, lo hizo un simple curandero. ¿Qué dice ahora?
-La verdad, no sé qué decir, todo es muy extraño, su cuñado estaba invadido por el cáncer y de pronto, la enfermedad se esfumó, yo de usted, me volvía rico con eso.
-No todo es dinero, pero eso usted, no lo puede entender.
Una semana después, ya de regreso, llevaron consigo a Esteban para quedarse en San Miguel en casa de su madre, las cosas volvieron a la normalidad, a nadie extraño en San Miguel, que Daniel curara a su cuñado, era común allí, que sanara enfermos graves, pero las cosas iban a cambiar para siempre. Una noche de mayo, Marcia que había ido de visita por varios días a casa de su madre, al día siguiente, llamó muy temprano, contó a Daniel que Esteban actuaba muy extraño, se le notaba malhumorado y muy agresivo. Debe ser por el trauma de su enfermedad, dijo Daniel para tranquilizarla, sin embargo, empezó a preocuparse, pues no olvidaba, que había transgredido la promesa que le había hecho a Teobaldo, con respecto al agua de la vida, pero se tranquilizó pensando que nada pasaría.
Un fin de semana, la policía lo visitó.
-¿Qué pasa?-pregunto Daniel.
-Es una mala noticia, su esposa murió, también sus hijos y su madre-¿qué, cómo pasó?
-Alguien los asesinó en la noche, aún no encontramos a su cuñado, es el principal sospechoso.
-¿Qué dice? –Daniel creyó morir-¿dónde está Esteban?-pregunto, tratando de reponerse de la terrible noticia.
-No se sabe, lo buscan hace horas pero no aparece. ¿Sabe usted dónde puede estar?
-No, no lo sé, ¿puedo saber cómo murieron?
-Fue una muerte horrible, parece que toda la sangre les fue succionada. No entendemos cómo, aún se está investigando.
Luego del sepelio, Daniel empezó a pensar en las palabras de Teobaldo, en las horas de la tarde, recibió la visita de una extraña mujer, dijo llamarse Yoruba, como las tribus africanas, era una mujer alta de raza negra, se presentó a Daniel, como curandera igual que él.
-Somos colegas, y hace días, vengo teniendo sueños terribles con al bestia que has despertado.
-¿Cómo lo sabes?
-Ya te dije, sueños terribles y mis cartas, me han confirmado, que eres el responsable de despertar una terrible maldición. Has hecho mal uso de los poderes que te legó Teobaldo.
¿Conociste a Teobaldo?
-Sí, era muy niña, él y mi madre eran amigos, grandes amigos, ella tenía grandes poderes como curandera, también. Hace días, me veo atormentada por esos sueños, veo a mi madre pidiéndome, que te ayude a terminar con la maldición que mató a tu familia y a muchos más.
-Es cierto, todo es mi culpa, nunca debí dejarme convencer, en darle el agua de la vida, a alguien que debía morir.
-¿Te refieres a tu cuñado, que salvaste de un cáncer?
-Sí-afirmó Daniel con pena.
-Eso imaginé ¿pero qué es lo que has creado?
-Un rasmusen.
¿Qué es?-preguntó Yoruba luego de una pausa.
-Tampoco lo sé, sólo que mi padrino me previno de sanar personas que ya estuvieran condenadas a morir, pero, pasé por alto la promesa que le hice a mi padrino y, he creado un rasmusen, no sé donde se encuentra Esteban, pero creo que debo hacer algo, aunque, no sé qué.
-¿Teobaldo no te dijo que hacer? ¿Si esto pasaba?
-No, el confiaba ciegamente, que no iba a pasar.
-¿Te dejó sus libros?
-Un libro con las fórmulas de medicinas naturales y, unos pocos papeles más. Pero ahí, no dice nada del rasmusen.
-Mi madre en el sueño me mostraba un libro con pasta de cuero negro, me decía que rompiera la pasta y que allí, encontraría la solución, busca el libro.
-Sí, vamos-tan pronto entraron, Daniel busco el libro y al romper la pasta, encontró una hoja amarillenta. Rasmusen decía, rasmusen, repetía, sólo con la sangre de quien lo creó, podrá ser destruido.
-¿Qué pasa?-preguntó Yoruba al ver palidecer a Daniel.
-Mi sangre-dijo-sólo con mi sangre, podemos destruir al rasmusen en que se ha convertido Esteban, debo morir, para pagar el pecado que he cometido.
-Permíteme-pide la mujer-y tomando la hoja, termina de leer-sólo con la sangre, que al ser bebida por el rasmusen le matará.
-Dice con tu sangre, pero no especifica que debes morir.
-¿De qué otra forma?
-No sé, pero, ¿cómo lo encontraremos? ya ha a matado varias personas, se esconde en la montaña boscosa y sólo ataca en las noches.
-Sí, lo sé, si no lo detenemos, muchos más inocentes morirán.
-Creo saber, donde está.
¿Cómo?
-En mis pesadillas, veo una bestia muy extraña algo no conocido, dormitando en una gruta, junto a las cascadas. Conozco esa gruta, fui allí, con mi madre, cuando era una niña, para buscar hierbas medicinales.
-Debemos ir allí, pero iré sólo, no tengo derecho a ponerte en peligro.
-No conoces el camino, y no habría forma de encontrar el lugar, no lo conoces.
-Es cierto, pero algo podría pasarte, es mi culpa, yo tengo que acabar con el rasmusen.
Esa noche, Yoruba regresó a su casa, y en el camino escuchó gritos, vio pasar una sombra, moviéndose ágilmente como un pantera, pero su aspecto, no tenía parecido con ningún animal, era como una figura humanoide, pero saltaba como un felino, quedó estupefacta. Comprendió que era el rasmusen y sintió miedo, saltó por una calle y se perdió con destino a la montaña, al buscar el origen de los gritos, Yoruba encontró una multitud, rodeando el cuerpo de una mujer que yacía en la calle, en medio de un charco de sangre.
-Yoruba-le preguntó un anciano vecino-¿qué cosa nos está matando?
-Es un, rasmusen-le informó ella.
¿Rasmusen?-preguntó de nuevo el anciano-ella asintió con la cabeza.
-Rasmusen, rasmusen-repetían todos con terror y se persignaban.
Al día siguiente, muy temprano, Daniel se dirigió al cementerio, allí se despidió de su esposa y de sus dos queridos hijos, presentía que pronto los acompañaría, pues, debía enfrentar, el maleficio que el mismo había creado por su irresponsabilidad. Rasmusen debía morir, nunca debió existir, ahora él mismo tendría que morir, para terminar con este error de la naturaleza “el Rasmusen “dejó unas flores y se despidió. A l pasar por la
plaza de San Miguel, salían con el féretro, de la mujer muerta, la noche anterior. Cerca de la iglesia, se encontró con Yoruba.
-Ya estás listo-preguntó ella.
-Creo que sí, no hay más remedio, que enfrentar esta situación. Gracias Yoruba, espero que nada te pase.
-no importa, debemos cumplir con nuestro deber, así, nos cueste la vida, el Rasmusen, debe ser destruido, y solo tú puedes hacerlo. Voy a ayudarte, has sufrido mucho y a pesar de que causaste esto, entiendo tú equivocación, cualquiera en tú lugar habría hecho lo mismo.
-Sí, posiblemente, somos humanos, ahora lo importante, es solucionarlo, así, tenga que morir, para que todo esto acabe, será lo mejor, si muero y tú puedes sobrevivir, quiero que te responsabilices, de la esfera Quimbaya.
¿Qué dices?-pregunta impresionada.
-No, eso no puede ser.
-Debes hacerlo, podrás hacer mucho bien a la gente, tú también eres curandera y podrás darle buen uso.
-No sé qué pensar.
-No hay nada que pensar, toma-Daniel entrega la esfera de hueso con las extrañas inscripciones en un frasco con agua.
-¿Es la esfera Quimbaya?-interroga, mientras toma el terrible amuleto, que cura y crea a la vez los Rasmusen.
-Sí, tú eres de mi entera confianza, si el rasmusen me mata, eres la indicada, para conservar la esfera Quimbaya y su poder sanador, en mi casa, quedan el libro, y las fórmulas que me heredó Teobaldo, también quedas en poder de ellas, y te pido, que cuides, las tumbas de mi esposa y de mis hijos, muertos por mi culpa.
-No vas a morir, él espíritu de Teobaldo te protege, él sabe que eres bueno y no permitirá que esa bestia te mate.
Luego de un largo y difícil recorrido, por la selvática montaña, y al atardecer, llegaron a un punto desde donde se divisaba, la cascada y una gruta rodeada de mucha vegetación.
-Debemos apresurarnos, antes que anochezca.
Minutos más tarde, ingresaron a la cueva, unos metros adelante, encontraron, varios cráneos humanos, y otros huesos, el olor era fétido, había allí, muchos restos en descomposición. Con sigilo continuaron hasta llegar al fondo. Allí dormía tranquilamente Esteban.
-¿Qué hacemos?-preguntó Daniel.
-No lo sé-respondió Yoruba.
-Esteban- llamó- Daniel-Esteban.
El hombre, abrió los ojos y se incorporó, estaba desnudo, y su cuerpo cubierto de sangre ya seca.
-Daniel ¿Qué haces aquí?
-He venido a buscarte.
-¿Quién es ella?
-Ella es Yoruba, viene para ayudarnos.
-Ya no hay nada que hacer, me he convertido es una bestia asesina, he intentado matarme pero no lo consigo.
-¿Qué pasó?-preguntó Daniel.
-Maté a mi familia, eso lo sabes, y desde entonces he matado a muchos, no puedo evitarlo, cada noche es igual, la locura se apodera de mí, soy, una bestia salvaje, que se alimenta de sangre y carne humana. ¿Vienes a matarme por haber asesinado a tu esposa y a tus hijos? ¿No es cierto?
-Tú no tienes la culpa, yo propicie todo esto.-aclaró Daniel.
¿Cómo es posible?
-No debí sanarte, todo esto comenzó cuando enfermaste y al darte el agua de la vida, a pesar de saber que no debía, te condene a ser un Rasmusen.
-¿Rasmusen? eso es lo que soy.
-Sí, por ello debes morir.
-Eso quisiera, pero aunque lo he intentado, no lo consigo, me lancé desde un risco y nada pasó, intenté acuchillarme, pero la herida sanó casi de inmediato, parece, como si fuera indestructible, y mientras, cada noche el demonio se apodera de mí y salgo para asesinar, mi apetito es insaciable, asesino sin piedad a todo infortunado que se cruce en mi camino.
-Lo sé-dijo Daniel-pero, esto debe acabar.
-¿Cómo?
-Debes tomar la sangre de Daniel-intervino Yoruba-es la única forma.
-¿Debo matarlo?-preguntó impactado.
-Sólo sabemos que debes tomar la sangre de Daniel, por ser quien te creó con el agua de la vida.
-No, eso no, ya he causado mucho daño, maté a mi familia, y ahora no podría.
-No hay más remedio-afirmó Yoruba.
Esperaron a que oscureciera, y cuando Esteban empezó a gritar como enloquecido, Daniel y Yoruba pudieron ser testigos, de la terrible trasformación de Esteban en Rasmusen, primero convulsionó y lentamente su cuerpo, se torno oscuro, sus manos se alargaron y unas garras afiladas crecieron y se curvaron, sus piernas y pies, eran los de una bestia negra y
descomunal, en su cara se mostraba un gesto feral y el brillo en sus ojos enormes, dibujaba una fuerza indómita.
-Nunca había visto algo así-grito Yoruba.
Daniel se paró, de frente al Rasmusen-Esteban, Esteban-gritó, la bestia se quedó quieta, luego Daniel se acercó más, en ese momento, el Rasmusen le saltó encima y le clavó los dientes y las garras en el pecho, Daniel grito, Yoruba tomó una roca y empezó a golpear aquel ser endemoniado, entonces Rasmusen, lanzó a Yoruba por los aires, cayendo ésta metros atrás. Daniel quedó inmóvil en el suelo, cubierto de sangre, Rasmusen, salió entonces, de un sólo salto, al exterior de la oscura cueva. Yoruba, se incorporó minutos después algo adolorida por el golpe.
-Daniel, Daniel-llamó-se acercó al cuerpo inmóvil y le levantó la cabeza.
-Está vivo-dijo para sí- está vivo.
-Sacó el frasco con el agua de la vida, en el fondo estaba aún la esfera Quimbaya, derramó un poco, en las heridas de Daniel y éstas dejaron de manar sangre y después, le abrió la boca a Daniel, para darle de beber del agua, diez minutos después abrió los ojos.
-¿Estoy vivo?
-Sí, lo estás.
-Y Esteban, ¿Qué pasó?
-Escapó-respondió Yoruba-luego de atacarte.
-¿Entonces, de nada sirvió?
-No lo sé-dijo Yoruba-quizás tu sangre ya hizo efecto y ya esté muerto.
-Debemos buscarlo-propuso Daniel-vamos-agregó, incorporándose.
Caminaron a través de la montaña, nada pudieron ver, y decidieron regresar a San Miguel, al llegar, observaron mucho movimiento y gentes gritando.
-¿Qué pasa?-interrogó Yoruba a un chico.
-Rasmusen, está en el cementerio, las gentes del pueblo van hacia allá para matarlo.
-Vamos, dijo Daniel.
Al llegar rasmusen, rugía como una bestia herida y se tambaleaba tratando de llegar, a la tumba de Marcia.
Esteban- le grito Daniel- Esteban.
Rasmusen, cayó sobre la lápida de la tumba de Marcia Domínguez Román, su hermana, lanzó un último rugido, que estremeció a los presentes, que levantaban temerosos, las antorchas que portaban como protección y se desplomó. Poco a poco, su cuerpo cobró la forma original.
-Esteban Domínguez-gritaban atemorizados, pues muchos lo conocían-¡esto es obra del diablo! ¡Decían!
Rasmusen estaba muerto, y ahora, sólo quedaba olvidar, que alguna vez había existido, y sepultar, con el cuerpo de Esteban, todos los males que había ocasionado.